17 de junio de 2008

En tu cara Madre Naturaleza!!

Hay mucha gente que dice que lo que nos diferencia de los animales es la razón, la posibilidad de observar y de arrivar desde lo particular hasta conclusiones generales. Otro grupo, no tan grande en las sociedades occidentales (entiéndase Europa y América y parte de Oceanía, nada que ver con el meridiano de Greenwich o el de París) está convencida de que lo que nos distingue de otras criaturas vivientes pluricelulares no fotosintéticas es nuestra alma, una expresión transcorpórea y trascendental de nuestro ser. Hay centenares de grupos más pequeños con centenares de teorías propias que van dede la existencia inherente del mal en la naturaleza humana hasta los que opinan que somos los únicos seres verdaderamente estúpidos en la tierra.

Es normal (y hasta deseable) que en una persona convivan distintas opiniones sobre temas amplios por lo que la membrecía muchas veces inconciente e involuntaria a un grupo, no priva a los socios de la membrecía de los demás. Hay muchos socios que particparon activamente del club en alguna etapa de su vida pero que con el tiempo dejaron de ir (lo que no quiere decir que están desafiliados).

Yo pertenezco a varios clubes, el Club Universitario de Buenos Aires por ejemplo cree que lo que nos diferencia de los animales es tener un título universitario antes de los 25 años (métaforas aparte, es requisitio para ser socio transcurrido el cuarto de siglo), pero estoy convencido de que soy miembro de un selecto club al que pocos pertenecemos, no por ser un club nefasto o idiota, sino porque es poco frecuentado ya que se encuentra en los suburbios de la mente y para llegar hay que viajar un largo trecho en el tren del pensamiento (la primera estación, por ejemplo, es "poder hablar", la segunda es "la inteligencia", la tercera es "el espíritu" y así suscesivamente... no estoy seguro dónde termina el ramal o siquiera si termina).

Este recóndito y poco frecuentado club pregona que una de las principales características que nos diferencia de los animales es el hacer las cosas sabiendo que nos estamos mandando una cagada.

No estoy hablando de tropezar dos veces con la misma piedra, permítanme ejemplificar:
Un típico caso (muy visto entre jóvenes durante vacaciones de verano en MdQ y Punta del Este), es jugarse todo lo que les queda a un pleno en la ruleta convencidos de que nos va a permitir remontar una mala racha, financiar la joda de esa noche y volver a casa triunfante y con un Johny Walker etiqueta Negra bajo el brazo para recompensar al familiar que nos prestó la casa. Hacemos todo esto convencidos de que vamos a fracasar, pero callando o ignorando a la alarma de nuestra conciecia que parece gritar desde el fondo de un pozo oscuro y lejano, que es la indiferencia voluntaria, "No lo hagas! Todavía podemos ganar en el Black Jack!"
Otro ejemplo es el ver a una mina que está bárbara y osar a tocarle el culo aún sospechando que el hommo neardentalis que está a su lado tomando algo casualmente con un grupo de amigos estereotipos de practicantes de algún tipo de deporte físicamente demandante es su pareja.
Otro típico ejemplo es abrir la boca en una reunión sabiendo que las palabras que van a salir de tu boca en forma casi involuntaria van a destruir cualquier prospecto de negocio.
Un ejemplo de la niñez, por ejemplo, es pasarle la pelota al bobo de la clase por lástima cuando estás en un partido que necesitás ganar sí o sí. O peor, no pasársela sabiendo que es imposible que pases a tres defensores.

Esos escasos instantes en los que nos vemos de forma cuasi fantasmal, como si fuésemos prisioneros en los ojos de una persona, en donde ignoramos quién está ordenando a nuestro cuerpo a seguir adelante y por qué está esta persona tan empeñada en destruir nuestras vidas (o al menos a dificultarlas aún más), esos preciados momentos abundantes en adrenalina, impotencia y certidumbre (de hacer algo malo) son los que nos distinguen de los animales. Un animal no puede mandarse una cagada en forma conciente, llámeselo ADN, libertad de pensamiento o inteligencia superior (la de los animales), un animal no puede engañarse concientemente.

Comenzar a escribir boludeces en forma pública parece uno de eso momentos... Que Dios que se apiade de mi alma.

Gracias "El Basto", me tome el atrevimiento.

2 comentarios:

Mara dijo...

Por favor...que analisis tan profundo!!!
Que bueno que mis amigos tengan blog...o que malo...no vale hablar del pasado cante pri!
Abrazo

Zurdo dijo...

Uffff cantaste primero, pero me sumo a la iniciativa, sino seria una guerra sin cualrtel que no da...

Ademas eso de que hacemos "cagadas concientes" es muy recurrente de nuestra vida, ais que tendríamos material mas que interesante. Me estoy acordando de tres o cuatro mientras escribo...

Igual motivo a que sigas escribiendo, ya que seguramente surgiran sorpresas.
saludos!